domingo, 2 de mayo de 2010

El origen y desarrollo de Hannukah (Janucá)

La festividad de Janucá celebra la reconsagración del Templo de Jerusalén y del altar llevada a cabo en el año 164 a.e.c. por Judas el Macabeo. La misma comienza el día 25 del mes de Kislev (coincide con los meses de noviembre y diciembre del calendario gregoriano) y dura por el término de ocho días.

La costumbre emblemática de esta celebración es el encendido de velas: cada día se agrega una nueva vela a las ya encendidas hasta alcanzar el máximo de ocho. El nombre arameo Janukta aparece mencionado por primera vez en Megilat Ta¨anit [un texto fariseo en arameo de la época del Segundo Templo, que contiene una lista de fechas según su orden de aparición en el calendario judío, en las cuales le ocurrieron "milagros'' a Israel y en los cuales está prohibido ayunar].

Janucá (junto con Purim) es una festividad post bíblica que no tiene su fundamento en la Torá de Moisés. Las fuentes más antiguas que nos hablan de esta celebración son los libros históricos apócrifos de 1 y 2 Macabeos. (Nota: Ambas obras son consideradas no canónicas por los judíos y protestantes, pero han sido reconocidas como inspiradas [libros deuterocanónicos] por la Iglesia Cristiana. El libro 1 Macabeos se escribió originalmente en hebreo para finales del siglo II o comienzos del siglo I a.e.c., mientras que 2 Macabeos habría sido originalmente compuesto en griego, probablemente en la segunda mitad del siglo II a.e.c. Las dos obras se han conservado en la traducción de los Setenta o Septuaginta o en traducciones hechas a partir de ellas).

Específicamente, el testimonio más antiguo aparece en 1 Macabeos: "Judas y sus hermanos dijeron: Nuestros enemigos están vencidos; subamos, pues, a purificar el Lugar Santo y a celebrar su dedicación. [...] Tomaron luego piedras sin labrar, como prescribía la Ley, y construyeron un nuevo altar como el anterior. Repararon el Lugar Santo y el interior de la Casa y santificaron los atrios. Hicieron nuevos objetos sagrados y colocaron dentro del templo el candelabro, el altar de incienso y la mesa. [...] El día veinticinco del noveno mes, llamado Kisléu, el año ciento cuarenta y ocho (diciembre del año 164 a.e.c. A.R.), se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido un sacrificio conforme a la Ley. Precisamente fue inaugurado el altar, con cánticos, cítaras, liras y címbalos, en el mismo tiempo y el mismo día en que los gentiles lo habían profanado. [...] Durante ocho días celebraron la dedicación del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y el sacrificio de comunión y acción de gracias. [...] Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, decidió que cada año, a su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Kisléu, se celebrara con alborozo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar'' (4:36-59). El nombre griego de la festividad [enkainismos, en griego "dedicación''] en esta fuente no sería más que la traducción del término hebreo Janucá, lo que probaría que el nombre tradicional en las fuentes rabínicas estaba ya en uso en la época helenística. Por otra parte, la celebración de la reconsagración del Templo y el altar durante ocho días recuerda la purificación del Templo llevada a cabo por el rey Ezequías en la época bíblica. Cf. 2 Crónicas 29:15-17).

En líneas generales, la tradición presente en 2 Macabeos coincide con la mencionada más arriba en cuanto a la fecha y la duración de la celebración. Sin embargo, la misma es mucho más sucinta y contiene detalles y explicaciones no mencionados en 1 Macabeos, lo que sugiere que esta tradición sería más bien un desarrollo secundario del meollo histórico preservado en la memoria colectiva: "Aconteció que el mismo día en que el Templo había sido profanado por los extranjeros, es decir, el veinticinco del mismo mes que es Kisléu, tuvo lugar la purificación del Templo. Lo celebraron con alegría durante ocho días, como en la Fiesta de las Tiendas, recordando cómo, poco tiempo antes, por la Fiesta de las Tiendas, estaban cobijados como fieras en montañas y cavernas. Por ello, llevando tirsos, ramas hermosas y palmas, entonaban himnos hacia Aquél que había llevado a buen término la purificación de su lugar'' (10:5-7). Debido a la conexión que establece 2 Macabeos con la ``Festa de las Tiendas'' [que se celebra en el mes de Tishrei/Octubre], la Fiesta de la Dedicación del altar es llamada también la "Fiesta de las Tiendas en el mes de Kisléu'' [2 Macabeos 1:9]. En otro lugar esta misma celebración es llamada "la Fiesta de las Tiendas y del fuego'' [1:18], haciendo referencia a una leyenda según la cual, en la misma fecha de Kisléu en tiempos de Nehemías, el fuego sagrado del altar utilizado para los sacrificios en el Segundo Templo fue prendido a partir del fuego utilizado en la época del Primer Templo, que se había conservado de manera milagrosa hasta esos días [1:18-36]. Sobre el tema del fuego sagrado, ver también 2:8-12; 10:3).

La conexión con la "Fiesta de las Tiendas'' no es casual. Según la versión bíblica, la inauguración del Primer Templo de Jerusalén coincidió con la celebración de esta fiesta: "En aquella ocasión celebró Salomón la fiesta con todos los israelitas en magna asamblea desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, ante Yahveh nuestro Dios, durante siete días. El día octavo despidió al pueblo...'' (1 Reyes 8:65-66. Cf. 2 Crónicas 7:4-10). Y de aquí, entonces, que la ceremonia de ocho días en tiempos de Judas el Macabeo habría seguido a manera de modelo la inauguración del Templo de Salomón (ver 2 Macebeos 2:12). Y si a ello le sumamos el hecho de que la reanudación del culto por los retornados de Babilonia a comienzos de la época persa también había coincidido con la misma fiesta (Esdras 3:4), entonces queda en claro que la intención del autor de 2 Macabeos de vincular la "Fiesta de la Dedicación'' con la "Fiesta de las Tiendas'' habría tenido un doble propósito: crear un hilo de continuidad con los templos del pasado clásico de Israel, como así también legitimar la nueva celebración fijada por los Macabeos. Una prueba de esta necesidad de legitimación son las dos cartas enviadas a los judíos de Egipto por los Macabeos, en donde se los invita a celebrar la Fiesta de la Dedicación. Ver 2 Macabeos 1:1-9, 10-18).

Algunos historiadores han querido encontrar en la fecha misma del inicio de la celebración una probable conexión con creencias o prácticas del mundo pagano. Según algunos, la misma podría haber estado conectada originalmente con la fecha del solsticio de invierno (la fecha en que el sol se encuentra en su punto más alejado del ecuador) o con las procesiones en honor del dios griego Dionisio. Sin embargo, otros estudiosos desechan dichas interpretaciones, viendo la coincidencia de fechas como una simple "casualidad''.

Luego de estas menciones en 1 y 2 Macabeos y hasta la época talmúdica, son muy raras las oportunidades en que la celebración de Janucá es mencionada en las fuentes antiguas. Una de ellas es la ya mencionada más arriba en la obra farisea de Megilat Ta¨anit. Otra mención al paso y sin detalle alguno se halla presente en el Evangelio de Juan: "Se celebró por entonces en Jerusalén la Fiesta de la Dedicación. Era invierno'' (10:22). Y por último, una más significativa es la de Flavio Josefo (segunda mitad del siglo I e.c.): "Desde entonces (es decir, desde la celebración en época de Judas Macabeo. A.R.) hasta la actualidad celebramos lo que se llama la Fiesta de las Luminarias; creo que se le da este nombre porque en forma inesperada lució para nosotros la libertad'' (Antigüedades Judías XII, vii, 7; en: Obras Completas de Flavio Josefo [Buenos Aires: Acervo Cultural/Editores, 1961] II, p. 298).

Según este último testimonio, las "luces'' se habían ya convertido para la época del historiador judío en una de las características centrales de la festividad, pero la razón para ese nombre había caído en el olvido. Y por ello, entonces, Josefo se vio forzado a sugerir una explicación algo rebuscada para el nombre de la celebración. En general puede afirmarse, que el carácter lacónico de todas estas fuentes no permite conocer detalles sobre las costumbres propias de la celebración para esos años, y de aquí que no sea posible establecer, si ya se acostumbraba a encender las velas tradicionales, si existía una liturgia específica, o si la conexión con la Fiesta de las Tiendas tenía implicancias prácticas. Algunos han sugerido, que el tema del fuego en Janucá habría sido tomado en préstamo de la costumbre de Simajt Bet ha-Shoevá ["el festival de la extracción de agua''] en la Fiesta de las Tiendas, en que se acostumbraba encender antorchas y lámparas en los patios del Templo y la ciudad de Jerusalén.

La primera vez que se habla en las fuentes antiguas acerca del encendido de las velas durante la celebración de Janucá es en una baraita o fuente tanaítica externa (a la Mishná) preservada en el Talmud de Babilonia (Shabat 21b). Y de aquí, entonces, que ya para esa época (siglos IV-V) la fiesta de Janucá había pasado de ser una celebración vinculada al Templo para tener vigencia en el ámbito familiar.

Es también en esta tradición talmúdica tardía que aparece una versión legendaria sobre el origen de la festividad: "El 25 de Kislev comienzan los días de Janucá. Son ocho días en los que está prohibido afligirse y ayunar. Cuando los griegos entraron al Templo profanaron todo el aceite almacenado allí. Luego que los Hasmoneos establecieron su poderío, buscaron y encontraron sólo una vasija de aceite con el sello del Sumo Sacerdote intacto. Pero había aceite suficiente para un solo día. Ocurrió un milagro y el aceite duró ocho días. Al año siguiente, señalaron esos días como festivos, con el recitado del Halel y con agradecimiento''. (Shabat 21b. También se hace referencia a esta tradición en el comentario medieval o scholion de Megilat Ta¨anit al día 25 de Kislev.) De acuerdo a esta versión rabínica, entonces, la fiesta de Janucá vino a celebrar anualmente el poder milagroso de Dios antes bien que el heroísmo y las proezas de los Macabeos. (Nota: Otra tradición cuenta que el candelabro había sido profanado por las persecuciones de Antíoco. Entonces los Macabeos tomaron siete u ocho lanzas de hierro, de las cuales colgaron lámparas para ser usadas como candelabro improvisado. Cf. Pesikta Rabati 2:5; comentario de Megilat Ta¨anit al día 25 de Kislev.)

Según la sugerencia de algunos investigadores, la leyenda rabínica habría tenido su origen en los sentimientos anti hasmoneos de los rabinos con el propósito consciente de desdibujar el rol jugado por los Macabeos en el establecimiento de la fiesta, y en su lugar destacar el papel de Dios en la reconsagración del Templo. Si ese fuere el caso, la razón de la leyenda se habría debido a la hostilidad histórica existente entre Juan Hircano I y Alejandro Janeo, los grandes gobernantes Hasmoneos, y los sabios fariseos. Otra posibilidad adscribe esta casi falta de mención de los Macabeos en la literatura rabínica al interés de los sabios por reducir la tensión entre los romanos y judíos después de la revuelta de Bar Kojva (132-135 e.c.), descalificando con el silencio el modelo de belicosidad representado por los antiguos revolucionarios judíos.

Durante la Edad Media, la historia de los Macabeos y la fiesta de Janucá volvieron a ocupar un lugar de relevancia en la memoria colectiva del pueblo judío, gracias a composiciones en hebreo como Megilat Antiochus (una obra muy popular escrita probablemente en Siria durante la época musulmana), Sefer Hasmonim (un libro escrito en Italia, basado en las versiones latinas de 1 y 2 Macabeos) y, fundamentalmente, Sefer Yossipon (una obra compuesta en Italia en el siglo X, basada en la versión latina de la obra de Flavio Josefo). En esos mismos años, también, la figura de la heroína Judit comenzó a ser vinculada con la fiesta, componiéndose piyutim (poemas religiosos) y midrashim sobre su proeza salvífica. La historia apócrifa de Judit fue probablemente escrita en hebreo originalmente en la tierra de Israel en el siglo II a.e.c., pero preservada en la traducción griega de los Setenta o en otras versiones hechas a partir de ella. La novela histórica narra la salvación milagrosa de los judíos por medio de la piadosa viuda Judit, quien transformándose en una famme fatale decapitó al general asirio Holofernes.

Con el pasar del tiempo, el tema combinado de Judit y los Macabeos comenzó a hacer acto de presencia en el arte judío: en manuscritos iluminados y en candelabros de ocho brazos o janukiot típicos de la celebración. En la época moderna, la festividad de Janucá se transformó en una de las celebraciones más populares entre los judíos. La razón de ello se debió al cambio de actitud hacia los Macabeos por parte de los judíos seculares y sionistas, quienes vieron en los Hasmoneos prohombres dignos de emular. La celebración pasó de tener una dimensión religiosa-milagrosa en la versión rabínica a convertirse en una expresión de heroísmo y nacionalismo. Los Macabeos se transformaron en símbolo de la renovación nacional y política y, por así decir, en un antecedente histórico del movimiento sionista. En este contexto ideológico y social hay que colocar la creación del movimiento "Macabi'' mundial orientado hacia las actividades deportivas.

Hoy en día la celebración de la fiesta ha adoptado nuevas prácticas. Una muy llamativa es en los marcos de la diáspora americana. Como la festividad coincide con la celebración de Navidad, los judíos (principalmente los reformistas) han creado una "respuesta judía'' a dicha fiesta, adornando sus casas con adornos parecidos a los utilizados en el tradicional "árbol de Navidad'', prendiendo velas de colores y entregando regalos a los niños.

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